Mi padre se había casado de nuevo tras la muerte de mi madre con una nueva mujer. Mi madrastra según crecía pasó de incordiarme e intentar de hacerme la vida imposible, según ella justificaba a mi padre para educarme ya que mi comportamiento era intolerable, a acosarme según me hacía mayor.
A la muerte de mi padre, el acoso fue descarado y con amenazas de echarme de la casa, tuve que aceptar, pero por lo que me contaba ella, me daba la sensación que ella iba a cumplir el papel de hombre y yo de mujer. Llegó la noche donde debía aceptar mi destino y permitir que mi madrastra hiciera conmigo lo que quisiera. Al poco rato, descubrí que no estábamos solos y que mi madrastra se había echado un nuevo novio que también iba a participar de forma muy activa.
A partir de esa noche me convertí en el criada de la pareja y de día cumplía con las labores del hogar y por la noche debía acceder a los deseos sexuales de mi madrastra y de su novio que pronto se convirtió en mi padrastro.
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