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Las fantasias de 'El Criada Sumisa' en tu idioma

domingo, 21 de febrero de 2010

HISTORIAS DE LA WEB: Esclavo en la granja

Os traigo otra historia encontrada hace años y que me encantó, y de vez en cuando me gusta releerla para hacer volar mi imaginación y pensar que soy yo la que estoy en la misma situación. Espero que os guste como a mi.

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El siguiente relato tiene lugar durante las vacaciones estivales. Yo me había ido a Inglaterra con intención de aprender inglés. Y para ello me había propuesto pasar el verano en algún lugar aislado, lejos de turistas hispanos y de aglomeraciones de gente. Todos mis profesores me habían recomendado que no visitara grandes ciudades, que buscara aldeas y pueblos pequeños, donde me integrara con los habitantes del lugar y conociera las costumbres de la zona.

Para tal fin, me decidí a utilizar la red de alojamientos rurales conocida como “bed & breakfast”. Se trata de casas familiares, donde el dueño o dueña alquilan habitaciones con derecho a cocina para pasar una noche o semana. Son sitios pequeños, y normalmente no se comparte con muchas personas. A menudo el dueño te da conversación y te enseña las costumbres locales. Son lugares fáciles de reservar por Internet, y la única dificultad reside en ocasiones en llegar a ellas, pues muchas se encuentran en mitad del campo, y el acceso es difícil si no es en coches particulares (no hay autobuses que te lleven directamente).

Me diseñé una ruta de viaje, e hice la reserva para la primera semana, a través de Internet.

“Alojamiento rural en granja rodeada de campo, tranquilo, atendido por señor. Posibilidad de realizar trabajos domésticos para costearse la estancia. Habitaciones pintorescas. experiencia inolvidable.”

Puesto que mi presupuesto era muy reducido, me sedujo la idea de poder trabajar para pagar la estancia. Además me picó la curiosidad de conocer la zona, bastante aislada, en el norte de Escocia, y de comenzar a vivir esa “experiencia inolvidable”. Allá vamos. Envié un email para reservar y recibí contestación enseguida. Además, el casero me informó que iba a ser yo el único huésped, pues sólo alquilaba una habitación. Mi primera semana ya estaba decidida.

Así pues, cargado con mi mochila, tomé el avión rumbo a lo que sería mi nueva estancia por las próximas semanas. En casa dejé dicho que no me verían el pelo en todo el verano, que no se preocuparan por mi ausencia, pues se trataba de “sumergirme” en la cultura extranjera, y no deseaba escuchar lenguas latinas, en 2 meses por lo menos. Mi intención sería pasar 8 semanas, moviéndome por otras tantas 8 casas rurales, a razón de una semana en cada. Al llegar al aeropuerto de Londres, tomé un tren hacia el norte, luego otro, y un autobús, y así, me fui alejando de las grandes ciudades, y me vi en pleno campo, en el norte de Escocia, rodeado de pequeñas casas, tipo granjas, esparcidas y bastante separadas unas de otras. Mi aventura iba a comenzar… no podía imaginarme que sería bastante diferente a como la había imaginado.

Mi casero había quedado en recogerme en la parada del autobús, pues el acceso a la casa estaba fuera del pueblo. Llovía bastante, y yo no sabía que aspecto tendría. Quedamos a las 4. Yo me senté a esperar. A eso de las 4 y cuarto yo ya estaba nervioso, nadie aparecía. Sobre las 4 y media, cuando ya me disponía a marcharme, a buscar un teléfono desde donde llamar se acercó una furgoneta, y el conductor, bajo la ventanilla y me saludo “Hola, ¿eres Mario verdad? Sube, que llueve mucho.

Al entrar, me pidió disculpas por el retraso, pues había tenido que comprar unas cosas en el pueblo “hago compras una vez al mes, aquí esto esta todo muy aislado, y hay que aprovechar cada vez que bajo al pueblo”.

El casero tenía un aspecto fuerte. Muy alto y fornido. Con barba de varios días y cara de hombre rudo. Tenía fuertes brazos y vestía con ropa, yo pensaba que de lluvia, pero en realidad eran unos pantalones de cuero negro y una camiseta bastante apretada.

Estuvo conduciendo una media hora. Yo no sabía de qué hablar con él, a decir verdad me daba un poco de miedo. Supongo que será hasta que rompamos el hielo. Me entretuve en mirar el paisaje. Cada vez nos íbamos separando más y más del pueblo, y nos adentrábamos en una espesura de bosque entre unas montañas.

Finalmente, pasamos una cancela de metal y entramos en lo que parecía una granja. Se trataba de una casa principal, de dos plantas, y de varios anexos, que suponía serían establos para el ganado: caballos y vacas.

Como estaba lloviendo mucho, mi casero me invitó a entrar rápidamente, a la casa principal. “Tu habitación está en un anexo, pero como llueve mucho, luego la verás. Entra ahora y caliéntate, que estás empapado”.

Yo agradecí el detalle, pues estaba chorreando, y me imaginaba que mi ropa, en la mochila también lo estaría. Me ofreció una toalla y me sequé como pude la cabeza.

Me sorprendió que la estancia principal, el salón, no tenía una decoración muy tradicional. Estaba forrado de madera, y como mobiliario principal, un gran sofá de cuero negro, un televisor con vídeo y algunas estanterías. “Puedes poner la tele cuando quieras, aunque aquí no hay buena recepción por los árboles, por eso utilizo más el vídeo”. Ordenadas en las estanterías, había una gran colección de películas, la mayoría parecían copias. Me pareció además que algunas de ellas eran de contenido erótico. Este tipo tenía que pasar mucho tiempo solo y se “aliviaría” de su soledad viendo estas pelis porno. Menudo tipo este, pensé para mí. Menudas “pajas” se hará en el sofá cuando esté sólo…

Además, en un rincón había un ordenador, con altavoces, y hasta una webcam, y un montón de CDs apilados en torres. Este tipo no se priva de nada…

No dejaba de llover, y yo seguía mojado. Me apetecía darme una ducha caliente y secarme, Mi casero se ofreció a enseñarme la casa principal, no los anexos ni mi habitación aún, pues nos pondríamos hechos una sopa al salir. Me enseño la cocina, el baño principal y su dormitorio, nada del otro mundo salvo una gran cama y otra tele con vídeo. Sólo quedaba una habitación por ver, “de usos múltiples”. Me dijo que la decoración me podría llamar la atención, pero que me sintiera cómodo.

Pasa y cámbiate, que enseguida estoy contigo”. Justo al decir esto, le llamaron por teléfono y me hizo señas de que entrara y que le disculpara. Yo aproveche para tomar mi mochila, entrar y cerrar la puerta. Apenas había luz, por lo que no me percate mucho de esa decoración. Me senté en una banqueta y me fui quitando la ropa. Me quedé desnudo, pues estaba chorreando y me sequé con una toalla que me había dejado. Fue en ese momento cuando, alzando la vista, me puse a mirar lo que había a mi alrededor. Toda la habitación estaba forrada de madera, y las ventanas tenían barrotes. Colgando de la pared había varias argollas, “¿para que será esto?”, había una cómoda con 4 cajones y varias banquetas, algunas con formas extrañas, forradas en cuero. Siempre me ha dado morbo mirar lo que hay en los cajones ajenos, y como oía que afuera seguía la conversación, me dispuse a husmear un rato, y empecé a abrir los cajones. En el primero, había ¡sorpresa! un montón de lencería femenina: tangas, sujetadores, medias, bodys, corpiños… ¿de quién será esto? No parecía que se le hubiera olvidado a alguna mujer, más bien parecían comprados a propósito.

Debo decir que a mí siempre me ha excitado muchísimo la lencería femenina. Su mero roce ya me excita y me hace imaginarme fantasías eróticas. En ocasiones me he puesto tangas o sujetadores y me he imaginado que soy una mujer y que me obligan a ir vestida como si fuera una puta, y me ha excitado mucho. Pero nunca he pasado a hacerlo realidad, pues me da vergüenza cuando me comporto así y me daría miedo que se enteraran mis conocidos.

En el segundo cajón, ¡mayor sorpresa!, una colección de consoladores, dildos, plugs, arneses y dilatadores… Me parece que este tío se trae aquí a sus amiguitas, para sesiones de sexo. Je, me reí, pues en esta semana lo va a tener difícil conmigo aquí, a ver como se las arregla para ser discreto…

Seguía el ruido del teléfono fuera. Abrí el tercer cajón, y lo que vi me asustó un poco: cadenas, látigos, grilletes y cuerdas… “¡le gusta el sado!” y al abrir el cuarto cajón, me encontré con un poco de todo: gel lubricante, pañuelos, vendas, anillos, bolas y artilugios que no sabía para qué serían.

A decir verdad, la visión de la lencería me había excitado. Como seguía desnudo decidí arriesgarme y probarme alguna prenda…un tanguita, luego un sujetador… después saqué un consolador con forma de pene y me puse a acariciarlo…con la mano primero, y luego hasta me lo metí en la boca un poco a ver si me cabía…

Me había excitado mucho, pero me daba asco de mi mismo, así que “volví a la realidad” y me quité todo, lo guardé, me sequé y me vestí con la ropa más seca que tenía. Al acabar, salí de la habitación y el casero me dijo:

- ”Ya te has cambiado no? Estupendo. Mira, como sigue lloviendo, vamos a cenar y antes de acostarte, ya te enseño tu habitación.

- ”OK.” Cenamos, los dos, hablando de cosas intrascendentes, y al acabar, me sugirió que pusiera la tele un rato, mientras él recogía la vajilla de la cena.

Encendí la tele, y me acomodé en el sofá, cansado, pues había sido un día muy largo, y sin mucho interés, empecé a cambiar de canal. Casi todos eran locales, y su calidad dejaba bastante que desear.

En un momento dado, vi algo que casi me hizo saltar del sofá. En un canal “casero”, se veía la habitación donde me había cambiado de ropa. No había nadie, pero noté que se abría la puerta y… ¡¡¡entraba yo!!!. Me vi como me desnudaba, se me veía nítidamente, y como empezaba a abrir los cajones: el primero, cómo acariciaba la lencería y hasta cómo tenía una erección (estaba desnudo); el segundo, tocando los vibradores… y luego ¡tercer y cuarto cajón!

El casero seguía en la cocina, a juzgar por el ruido que se oía. Yo tenía los ojos como platos y observé como me vestía con el tanga y sujetador, y como empezaba a tocar el consolador con forma de pene, como me lo llegué a meter en la boca y a poner cara de vicio… "¿Quién ha grabado esto? Esto es peligrosísimo".

Justo en ese momento apareció el casero, y con voz bastante dura, me dijo:

- ”Eso que acabas de ver, eres tú, y por lo que veo, tenemos aquí a una putilla en potencia… parece que te gusta vestirte de zorra, ¿no?… Pues has llegado al sitio idóneo, aquí vas a convertirte en una autentica puta… y si no…

Yo seguí petrificado. Me levanté e intenté irme a la puerta, pero el casero me advirtió:

- ”Si sales por esa puerta, mañana esto estará en Internet, y la grabación, en el email de tus familiares más queridos (había conseguido sus emails a través de mi lista de correo y forwards cuando hice la reserva)…así que siéntate y escúchame.

- ”Esta no es una casa de huéspedes normal. Aquí los huéspedes pagan su estancia actuando de esclavos. Obedecen en todo. EN TODO. Y no tienen contacto con el exterior más que lo que su amo le permita. YO SERÉ TU AMO. Y tu mi esclavo. ME OBEDECERÁS EN TODO LO QUE TE ORDENE, TE GUSTE O NO. Y pasarás la semana que te propusiste aquí sirviéndome, estando disponible las 24 horas del día. Si te niegas, tus familiares y amigos recibirán un bonito email, así que asume tu suerte. Cuando pases los 7 días, podrás marcharte si así lo deseas, y te llevarás el original de la grabación y tu discreción estará asegurada. CONTESTA PERRO: ¿ASUMES TU CONDICION DE ESCLAVO?

Yo me vi atrapado, completamente a su merced. No sabía que contestar. Me daba miedo, mucho miedo quedarme en la casa y sufrir vejaciones y humillaciones que intuía me iban a pasar, pero me horrorizaba que mi familia y amigos se enterasen de mi conducta anterior, así que le contesté que sí, que aceptaría ser su esclavo, durante la próxima semana…

- ”MUY BIEN PUTITA, PUES VAMOS A PREPARARTE PARA QUE SEAS UNA BUENA ZORRA…

A partir de este momento tu voluntad me pertenece y cumplirás las siguientes normas. En caso contrario recibirás el castigo oportuno.

- ”¡EN PRIMER LUGAR, DESNUDATE!” Me gritó con voz fuerte, que no dejaba opción a replicar.

Yo obedecí, en silencio, sin ni siquiera atreverme a mirarle a los ojos. En cuanto hube acabado empecé a temblar, pues hacía frío, aunque no sé si sería por eso o por el miedo que me inspiraba. El casero entró un momento en la habitación “de usos múltiples” y volvió con un montón de cacharros de los que se encontraban en los cajones.

- ”ARRODILLATE PERRO”. Yo me incliné e iba a hacerlo, cuando sentí que me propinaba una patada y me tiraba al suelo.

- ”MAS DEPRISA, MIS ORDENES NO SE TITUBEAN”.

Me quedé arrodillado, con la cabeza mirando al suelo, temblando, y al momento sentí que me tiraba del pelo hacia atrás y me levantaba la cabeza. Acto seguido noté que me ponía en el cuello una especie de collar, como el que llevan los perros, una mezcla de cuero y cadena de hierro, con algunas argollas que colgaban. Sonó un clic y noté que una especie de pequeño candado se cerraba. Imposible quitárselo.

A continuación me indicó que pusiera mis manos en la espalda. Noté como otras dos cintas de hierro y cuero apresaban mis muñecas y luego se unían entre sí por otro candado. Esto fue unido a una cadena de modo que mis manos quedaban en mi espalda y fueron unidas al collar del cuello. Finalmente sentí otras dos correas en mis tobillos, si bien estos quedaron sin atar uno con otro, pero no sería posible que me los quitara por mí mismo, pues igualmente tenían un cierre de candado.

Volví a la posición de sumisión, arrodillado y con la cabeza agachada. Mi amo daba vueltas alrededor de mí y me observaba. Me tocaba y sobaba como si estuviera examinando una mercancía “fresca”, y emitía gruñidos como de disgusto o desaprobación. Me pellizcó los pezones, fuertemente, hasta que abrí la boca y se me escapo un quejido. Recibí una bofetada. “Calla perro”. Me tocó el culo, me dio unos azotes como para comprobar si se ponía rojo y se volvió hacia mí hasta quedar a unos centímetros, él de pie y yo arrodillado e inmovilizado. Comenzó a hablar.

Lo que tengo aquí ni siquiera merece llamarse esclavo. Estas muy verde y me temo que tengo un gran trabajo por delante en cuanto a tu adiestramiento. Para empezar te voy a leer mis normas, las cuales serán de inmediata aplicación en cuanto las oigas. Así te vas a ir haciendo a la idea de lo que vienes a hacer aquí. Escucha bien, pues no te las pienso repetir:

NORMAS DE LA GRANJA PARA LOS ESCLAVOS:

1. No hablaras más que cuando se te indique. Te dirigirás a mí como “mi Amo, o “mi Señor”. NUNCA me podrás mirar directamente a los ojos, por lo que caminarás con la cabeza agachada mirándote a tus pies.

2. Tu eres mi esclavo sexual. Mi puta. Estás aquí para darme placer a mí, no para que tú lo obtengas. Por tanto yo me dirigiré a ti llamándote “puta, perra, zorra, esclava o con insultos similares”. No tienes consideración de persona, por lo que tu único derecho (que respetaré) será tu integridad física. Si de aquí sales psicológicamente afectado será tu problema. Tu mente podrá resistirse a no doblegarse, esa es tu decisión. Más tu cuerpo, me obedecerá sin rechistar o serás castigado con dureza.

3. Durante tu estancia aquí serás entrenado en distintas “disciplinas” para que consigas actuar como una puta de verdad. A lo largo del día tendrás unas obligaciones que se repetirán a diario tales como limpiar, hacer la comida, etc., y que te detallaré más adelante. Además tendrás horas de “prácticas” donde desarrollaras tu identidad de puta, y horas de “castigos”, donde recibirás estimulación por los errores que vayas cometiendo.

4. SEXO: Deberás satisfacerme sexualmente SIEMPRE que se te requiera. No importa el lugar ni la hora del día ni lo cansada que estés. Tu disponibilidad será 24/7, o sea, TOTAL. Tu boca y ano me pertenecen. Cuando estés en mi presencia deberás entreabrir la boca siempre. Si la cierras serás castigada. Asimismo llevarás un plug en tu ano desde que te levantes hasta que te acuestes, para que tu culo esté abierto permanentemente. Tu pene será disimulado con cinta adhesiva y “metido entre tus testículos”, que simularán una raja. No te estará permitido masturbarte ni correrte, salvo que yo te lo indique.

5. Asimismo deberás satisfacer a los clientes que pasen por esta casa. A lo largo de la semana he concertado varias reservas con otros amos, y deberás obedecerlos como si fuera yo quien te ordenara.

6. VESTUARIO: como perra que eres, llevarás siempre el collar, brazaletes y tobilleras que llevas ahora. Sirven para poder atarte en cualquier momento por las múltiples argollas que hay por la casa y en el exterior. Además, puesto que mis clientes buscan perras travestis, deberás vestirte como una puta, con el vestuario que te iré dando a diario. Te moverás contoneándote, dando pequeños pasos, y, llevarás unos implantes de pechos, que se pegan a tu piel, y que simularán unas tetas de verdad. Puesto que son bastante pesadas, en ocasiones te dejaré llevar sujetador. Se podrá acompañar por tangas, ligueros y medias, según me apetezca. Llevarás peluca morena, larga, pegada con adhesivo, e irás maquillada desde que te levantes hasta que te acuestes. Además, te depilarás todo tu vello corporal, incluido el del pubis, operación que repasarás a diario.

7. Como complemento, para moverte por la casa, llevarás tacones de aguja, muy altos. Al principio te dolerán los pies, pero te acostumbrarás y te ayudarán a contonearte y a caminar como las putas. Deberás dormir y hasta ducharte con ellos.

8. ALIMENTACION: He notado que tienes sobrepeso. Así que iniciarás una dieta baja en grasas, alimentándote solo con proteínas. La comida que recibas, la saborearás a 4 patas, puesto que la recibirás en un cuenco de perra. La base de tu alimentación será el esperma, mío o de mis invitados. Beberás todo el semen que se te ofrezca, o pasarás mucha hambre. Puedes estar tranquila, en este pueblo estamos todos muy sanos. Beberás agua siempre del cuenco que estará en el suelo. Pasarás hambre de todas maneras, pero eso te hará más eficaz cuando tengas que conseguir “extraer semen” de algún cliente o de mí mismo.

9. CASTIGOS: A diario se establecerá una hora para atarte y azotarte por los errores que vayas cometiendo. Además podrás ser atada en posiciones humillante e incómodas, y recibir objetos en tu ano y boca que no te puedas quitar durante el tiempo que yo establezca.

10. EXHIBICIONES: Podrás ser fotografiada y grabada en cualquier momento y acto del día. Dispongo de varias cámaras por la casa que te harán fotos y grabarán sin que lo sepas. Se te ofrecerá en la red actuando como puta, aunque tu cara no será mostrada o estará disimulada por la peluca y el maquillaje. Sólo la verán quienes vengan a la casa. El material grabado será de uso particular mío, pero si te escapas de aquí, no dudes que será publicado con tu nombre y apellido.

11. TU CELDA: En el exterior, junto al establo, está tu “cuarto”.Te acostarás en una celda, que enseguida verás. Dormirás en el suelo, en ocasiones atada. Dispondrás de una ducha, un espejo y un bidé. En el bidé te lavarás la cara y harás tus necesidades. Suficiente puesto que tu dieta no va a incluir alimentos sólidos. No hay agua caliente, pero eso no te impedirá ducharte a diario. No tendrás toallas, ni papel higiénico, te secarás moviéndote. Sólo encontrarás una balda con los maquillajes que te pondrás. La lencería que yo desee que lleves puesta te la dejaré a diario junto a la entrada. La celda tiene un sistema de apertura temporizada, y una vez que entres, se cierra y se abre automáticamente a las 8 de de la mañana, que es cuando comenzará tu jornada.

TAREAS DIARIAS:

Con independencia a que yo decida cambiarlas, tu estancia aquí se regirá por unas rutinas y un horario que será el siguiente:

Te levantarás a las 8. En tu celda hay megafonía, que se activará insultándote y se oirán ruidos de las vejaciones que vas a recibir durante el día. Para que vayas poniéndote a tono. En primer lugar irás hacia el bidé, te arrodillarás y lavarás tu cara. Acto seguido te meterás en la ducha fría y te lavarás a conciencia, pues estarás sucia y maloliente del día anterior. Te lavarás por “fuera” y te administrarás un enema que te limpie “por dentro”. Mientras el enema actúa, con una cuchilla te repasarás afeitándote el vello corporal que te pueda haber salido (poco, puesto que hoy mismo serás depilada con cera) por la zona de testículos y axilas. Cuando hayas acabado expulsarás el enema y te meterás de nuevo en la ducha para aclararte. Cuando salgas, y mientras te secas al aire, te lavarás la boca con elixir bucal y te maquillarás. Ojos, pestañas, pómulos, te recolocarás las tetas postizas y te peinarás el pelo. Por último, te esconderás tu polla con cinta adhesiva para que no se vea. Desde ese momento tu higiene íntima diaria habrá acabado, y no podrás limpiarte más hasta el día siguiente. El semen que recibas a lo largo del día en tu cara, boca o ano, se secarán por sí mismos, y te irán dejando un sabor en tu boca característico, que te acompañara todo el día. También te ayudará a oler a puta barata para que te vayas ambientando en lo que eres.

Después abrirás la puerta de la celda y encontrarás en el suelo la ropa de quiero que lleves ese día. Como llevarás medias, te dejaré la llave de las tobilleras para que te las puedas quitar primero. Tu uniforme habitual consistirá en un sujetador, casi transparente, sin relleno, con aros y tirantes finos, que te aguantará a duras penas el peso de tus tetas, con lo que al andar se te bambolearán y notaras su peso. Cuando mires hacia abajo notarás que tienes dos buenas tetas y al principio sentirás su peso y oscilación. Pero te acostumbrarás y acabarás sintiendo que forman parte de tu anatomía. El sujetador será lo primero que te pongas cuando te vistas.

A continuación te pondrás las medias, negras, con liga, y acto seguido, los tacones (que como te dije, llevarías día y noche hasta para dormir), de charol, negro y 12 cm. de tacón. Las tobilleras justo después, y cerrarás con el candado.

Un liguero, negro también, con algo de encaje, pero con tirantes muy finos, que ajustarás en tu cadera y abrocharás a las medias. Un plug anal, que será diferente cada día. Los recibirás realísticos, con forma de penes reales, con glande y venas, gordos, anchos o largos, o también con forma de cono, con estrechamiento al final para que una vez insertado no se salga. A medida que pasen los días tu culo estará más dilatado y serán de mayor tamaño. Cada vez que camines los notarás, y más aún con el contoneo de los tacones. Si estas a 4 patas también notarás su presencia, y prácticamente te será imposible sentarte en una silla dejando caer tu peso sobre tus glúteos, pues se te insertaría más. De lo cual se deduce que NUNCA estarás sentada.

Tu posición de descanso es arrodillada con la cabeza baja. De esta manera te será más fácil adaptarte a su grosor y tamaño. Te lo meterás usando como lubricante tu propia saliva, lo podrás sobre una banqueta baja y te pondrás en cuclillas encima, para ayudarte con tu peso a ensartarte dentro de él. Esta operación será grabada a diario, por lo que quiero que pongas cara de viciosa cuando la hagas y gimas, dando un grito como de orgasmo cuando te lo insertes del todo, aunque te estés retorciendo de dolor y no quieras. Lo supervisaré luego.

Por último, un tanga, negro, y bastante apretado que se introduzca en la raja de tu culo e impida al plug salir. Te apretará tus testículos y dará forma a los pliegues que habrás hecho con la cinta adhesiva, para que parezcan los pliegues de una raja. Cuando desees orinar me pedirás permiso y moverás un poco el tanga, lo justo para que asome tu pene, como si de un clítoris grande se tratara.

Según el día, llevarás un top o mini vestido de Lycra que se te pegue al cuerpo, a modo de uniforme de chacha, de puta, o de lo que yo decida para ese día. O simplemente la lencería sin más. Eso lo descubrirás cada mañana al abrir la puerta…"

Me desperté como si hubiera estado dormido durante mucho tiempo. Por lo visto el casero me había echado algún narcótico en el agua que bebí justo después de que me recibiera. Pensé que todo lo anterior había sido un sueño erótico. Me incorporé y comprobé que estaba equivocado y vi donde me encontraba. Lo primero que comprobé es que estaba desnudo y que había dormido sobre un lecho que no tenía ni sábanas. Vi que parecía una celda tal y como me habían descrito ayer. “¡no puede ser!”. Apenas pensé esto, noté como un monitor de TV se encendía y ahí pude ver la cara del casero y oí de nuevo su voz:

- “LEVANTATE PUTA” “¿A QUE ESPERAS PARA SER DOMESTICADA? ¡SON YA LAS 8! Sigue las instrucciones que encontrarás en la puerta. Y no te retrases o ¡serás castigada!

Casi dormido, me incorporé, y noté que mi corazón latía a 100. Junto a la puerta vi un papel que tenía unas instrucciones. Esto era lo que ponía:

DIA 1. TRANSFORMACIÓN.

“Hoy es tu primer día aquí. Se va a emplear en transformarte en una puta. Por la mañana vendrá una esteticiene que cambiará tu aspecto. Por la tarde serás adiestrada en las diferentes técnicas que toda puta debe conocer: ropa, movimientos, adiestramiento sexual, sumisión al amo, etc. Al acabar el día recibirás castigos por aquello que hayas hecho mal. Tu aspecto habrá cambiado tanto que ni tu misma te reconocerás. OBEDECE EN TODO O SERÁS CASTIGADA. Ahora lávate a conciencia y preséntate ante tu amo. Irás desnuda hasta que recibas tu ropa. Te recuerdo que hay cámaras Web en esta celda, así como en toda la casa, así que olvídate de tener intimidad. Empieza YA!”

Me asusté mucho al acabar de leer aquello. Estaba desnudo y eso me hacía vulnerable. Me dirigí al bidé y me arrodillé para lavarme la cara. Después entré en la ducha y abrí el agua. Salió helada, como me había imaginado. Me lavé como pude, y al salir, no encontré toalla, por lo que tuve que moverme y secarme como pude al aire. La celda no tenía puerta, sino una reja con barrotes como si fuera una celda. En la base tenía una abertura como para introducir alimentos u objetos. Oí como hacía Clic y se abría la cerradura. Salí de ella y me dirigí hacia la estancia principal. Al llegar vi al casero que nada más verme me recordó que tenía prohibido mirarle a los ojos, y que entreabriera mis labios cuando estuviera en su presencia. Me indicó que me arrodillara y acto seguido me puso un collar como el que llevan los perros. Lo ató a la mesa y continuó desayunando, leyendo el periódico sin hacerme mucho caso. Al cabo de un rato, dejó de leer y se acercó a mí. Me dijo:

Todavía no mereces ni ser llamada puta. Pero ahora va a venir una esteticiene que te va a transformar en una ramera barata. Obedécela sin chistar. Yo estaré supervisando la operación, que será grabada en vídeo. ¿Algo que objetar?" Yo iba a abrir la boca para negarme a tal vejación, pero apenas lo hice, recibí un bofetón que me puso rojo, “esto es para que aprendas quien manda, ¿OK?” A continuación me llevó a una habitación “de operaciones”, donde me ató tumbado boca arriba a una mesa, con los brazos y piernas bien estirados, desnudo. Me colocó una mordaza en la boca para que no pudiera hablar, ni gritar. Y me dejó en tal postura, indefenso e inmóvil. A las 9 sonó un timbre, y poco después entró una figura femenina. Era la esteticiene. Era morena, muy alta y con pelo largo. Vestía de negro, muy apretada. Llevaba un maquillaje muy exagerado, muy femenino. Tenía aspecto de dómina. Debía ser aficionada a los temas sados, pues apenas me vio, sonrió y empezó a inspeccionarme y a tocarme.

- “Ummm… aquí hay un gran trabajo por delante, Si queremos hacer de ti una putita, vamos a tener que ir por partes, encanto."

En primer lugar, me quitó todo mi vello corporal. Primero las piernas, con cera caliente. Cada vez que quitaba una banda sonreía al ver mi cara de sufrimiento. Luego las axilas, también con cera, y el escaso vello que tenía en el torso. Después me afeitó el pubis, aunque no del todo, pues dejó un hilillo vertical de vello justo encima de mi pene. “Cada día deberás repasarte con una cuchilla esta parte, o te picará”. Lo mismo hizo con mis testículos y zona del ano. Después, aplicó pegamento instantáneo alrededor de mi pecho y colocó unas prótesis mamarias, de color carne, que al minuto estaban fuertemente adheridas a mi piel. Continuó uniendo estas a la piel con parches para ampollas de color carne, de los que se usan en caracterizaciones de películas, y que una vez maquillados, es difícil detectar donde acaba tu piel y comienza la prótesis. Me incorporó para comprobar cómo quedaban y al instante noté como que “me habían salido dos tetas”, pues parecían de verdad, y sentí en seguida su gran peso. Al mirar hacia abajo, no veía mi abdomen ni mi pene, solo estas nuevas mamas. Debían ser una talla 95 o 100, a juzgar por su tamaño y peso. Tenían un tacto suave, y acababan en unas areolas rosadas con dos pezones bastante grandes, como de una mujer lactante.

De nuevo me tumbó y comenzó a trabajar mis genitales. Aprovechó mi estado de miedo en el que mi miembro estaba a su mínimo tamaño, para empujármelo hacia adentro de mi pubis, dejando fuera sólo el glande, y rodeó la piel del pene con más pegamento instantáneo, fijándolo a la base del pubis. Al cabo de un minuto, mi pene quedaba totalmente metido dentro de mi pubis, y solo sobresalía mi glande, como si de un gran clítoris se tratara. A continuación, subió mis testículos dentro de mi pubis e hizo lo mismo, formando dos pliegues que parecían unos labios vaginales. Los impregnó de más pegamento para que conservaran la forma de labios. Por último noté unos pinchazos en la piel de mi escroto, que fueron para introducir unos aros metálicos, en cada parte de mis “nuevos labios”,y que fueron después unidos con un pequeño candado. De esta manera mis genitales parecían unos labios vaginales y en su parte superior un clítoris (formado por mi glande). El pegamento se había fijado a la piel, y tardaría al menos una semana en despegarse, por lo que mi nueva anatomía se mantendría así. Mi sensibilidad sexual se mantendría intacta aunque concentrada en el glande, aunque mi erección se haría “hacia dentro” de mi pubis y no de una manera completa, pues no tendría espacio para dilatarse.

Lo siguiente que hizo fue cambiar el aspecto de mi cara. Me depiló las cejas dejándomelas muy finas y arqueadas y me afeitó la cabeza al cero. Entonces me llenó de pegamento la cabeza y me colocó una peluca morena, femenina, de pelo a media melena, liso, que según me indicó, podría lavar y peinar, pues era de pelo natural. Después me puso en las mejillas una base de maquillaje permanente que duraba un día, y que tendría que repasar yo de vez en cuando. Unos agujeros en las orejas para poner pendientes, y en la boca un rojo de labios “ultra permanente” que me hizo los labios más carnosos y grandes. Me pintó sombra de ojos, bastante exagerada, raya de contorno y rimel negro en las pestañas. Usó para todo esto un maquillaje muy duradero, que según me dijo, bastaría con retocar diariamente. Por último me colocó unas uñas postizas en las manos, largas, finas y pintadas de rojo, que también adhirió con pegamento. Las uñas de los pies también las pintó de rojo fuerte. Eso fue el final de mi transformación.

Cuando acabó eran las 12 del mediodía. Me desató entonces, y fue cuando vi mi nuevo cuerpo por primera vez. Me dijo: “Bueno, vamos a ver como ha quedado esta zorrita. ¡Ponte de pie!

Me incorporé y me miré en un espejo “¡no puede ser, esa no soy yo!” Reflejado en el espejo, vi a una “mujer” de media melena, maquillada con aspecto de guarra (a juzgar por el maquillaje tan exagerado), grandes pechos cuyo peso y bamboleo notaba en cada pequeño movimiento que hacía, un pubis triangular, del que se notaba un hilillo de vello y unos pliegues y un abultamiento que parecía un clítoris, piernas sedosas, largas uñas… y ¡esa era YO!.

Yo estaba muy asustado, quería irme corriendo y renunciar, pero pensé que no tenía vuelta atrás y que sería mejor obedecer. Al fin y al cabo, si esto se queda aquí, no es un proceso irreversible. En cualquier caso no tengo elección así que seguiré el proceso. A continuación, la esteticiene me indicó que me iba a enseñar a ponerme y quitarme ropa y a caminar como si fuera una mujer de las que hacen la calle. Abrió un armario y comenzó a sacar lencería y ropa femenina. Me enseñó a ponerme y a quitarme sostenes. Comprobé cómo ayudan estos a controlar el peso y el bamboleo de las tetas, cómo se pueden hacer resaltar éstas usando sostenes con relleno (aunque en mi caso era innecesario puesto que tenía tetas de sobra), cómo disimular los pezones para que no se transparenten, y además me probó corsés, que me oprimían el talle y acentuaban el canalillo de mis tetas.

Después me probé varios tangas “las putas no llevan bragas, solo tangas” –me dijo. Todos eran bastante apretados y se me metían por la raja del culo, y por delante apenas tapaban mi pubis, apretándolo y resaltando mi nuevo “clítoris”.

Me enseñó a ponerme medias y ligueros, de encaje… de cuero, de tirantes finos o anchos… medias de rejilla, negras, blancas de colegial, así como pantis. Gracias a que mis piernas estaban depiladas, era mucho más sencillo y sedoso ponérmelos y quitármelos.

Después toco el turno a las falditas, vestidos cortos, blusas y tops. Me enseñó a ponerme ropa sexy para provocar, ropa para insinuar sin mostrar, y para aparentar ser una prostituta o una mujer elegante, según la situación. Me probé también algunos bikinis y bañadores completos, para aprender a controlar lo que se enseña cuando se llevan dichas prendas. Por último, nos centramos en los zapatos. “Llevar tacones es lo que marca la diferencia en una puta”. Comencé por llevar zapatos de colegiala, con tacón alto pero plano, me moví con ellos, me enseñó a contonearme, y poco a poco los fue reemplazando por zapatos cada vez más altos hasta llegar a los de tacón de aguja. Con ellos es mucho más difícil mantener el equilibrio, y me duelen las puntas de los pies, pero como dijo ella “hacen las piernas más bonitas, y son los únicos que llevan las putas”. Recordé que mi casero dijo que durante mi estancia en la casa, debería llevar siempre tacones, hasta para ducharme., no se cómo aguantarían mis pies esa tortura, pero pensé que acabaría acostumbrándome, y no le di mayor importancia.

A las 14 horas, acabó la sesión de vestuario. Mi institutriz se marchó, dejándome una colección de lencería, ropa de calle y tacones en el armario, cada cual más provocativas. Yo estaba muy cansado y hambriento. Externamente me veía a mi mismo como una mujer, aunque en mi interior luchaba por pensar que seguía siendo yo mismo y en no doblegar mi voluntad. Me di cuenta de que no había comido nada desde el día anterior. Pensé que mi casero se acordaría de mí y me daría de comer ahora…

Por una voz de megafonía mi casero me ordenó que me pusiera unos tacones de aguja, unas medias de rejilla con liguero negro, un tanga negro de encaje y un sujetador semitransparente, sin relleno, que me elevara mis pechos. Al probarme éste, me di cuenta de que se me marcaban mucho mis pezones, lo cual me daba vergüenza. Obedecí y con dicha lencería puesta me dirigí al comedor, intentando caminar sin caerme de mis tacones. Me era imposible no contonearme al andar, pues mis caderas se movían en cada paso que daba con los tacones, y al hacerlo mis tetas se movían como si fueran unos globos, dando pequeñas subidas y bajadas dentro del sujetador. Me ruboricé y me presenté ante él, en cierta medida, orgulloso de mi aspecto, esperando su aprobación (y que en prueba de ello, me diera de comer, pues estaba hambriento).

Nada más verme, me puso en el medio de la habitación, yo no lo miré a los ojos y entreabrí los labios, tal y como tenía ordenado. Me examinó de arriba abajo, me tocó mis tetas, mi pubis, y me hizo abrir las piernas e inclinarme hacia delante. Al hacerlo me tocó mi culo y me metió una mano por detrás accediendo a mi pubis desde mi espalda. Me puse muy nervioso y deseaba que terminara. Al terminar de inspeccionarme solo oí tres palabras:

DE RODILLAS PUTA”. Yo obedecí al instante, y me quedé quieto. Acto seguido se puso frente a mi, y se bajó el pantalón. Sacó su miembro y éste quedó a escasos centímetros de mi cara. Por primera vez pude ver su polla. Era grande y gorda, con unas venas que se le marcaban, y un glande enorme, que parecía un arpón, pues me dio la impresión de que si eso entraba en algún orificio, lo desgarraría al salir… “ABRE BIEN LA BOCA”. Yo estaba aterrado, pero obedecí. Sin muchas contemplaciones me metió su polla en mi boca, hasta la garganta y comenzó a follarmela, agarrándome la nuca con ambas manos. Yo me sentía humillado, pero me dejé hacer. Así me tuvo cerca de 10 minutos, emitiendo gruñidos o indicándome que moviera mi lengua mientras me llenaba la boca con su verga. Al cabo de este tiempo la sacó y poniendo cara de enfado me gritó:

NO TIENES NI IDEA DE LO QUE ES DAR PLACER, ¡PUTA ASQUEROSA! Ni siquiera has sido capaz de hacer que me corra así que te has quedado sin tu alimento de esta mañana”. Al decir eso yo me sentí despreciado y decepcionado pues seguía hambriento. Pensaba que no me iba a dar de comer (no imaginaba que su semen era lo que iba a ser mi alimento.)

DURANTE ESTA TARDE SERÁS ADIESTRADA EN DISTINTAS TÉCNICAS PARA DAR PLACER A TU AMO. De momento, y hasta que yo termine de comer, te ataré de rodillas, y no quiero oír ni un quejido, ¿entendido puta asquerosa?

Acto seguido me arrodilló, me unió las manos a la espalda con unos grilletes y me ató los tobillos entre sí. Después unió manos con tobillos dejándome muy poco margen de movimiento, y obligándome a estar arrodillado. Por último me colocó una cadena de perro al cuello y la ató de una argolla de la pared, obligándome a tener el cuello elevado. Esto me provocaba que mis tetas se proyectaran hacia delante, y mi culo se quedara en pompa. Una posición muy provocativa para ver … pero muy incómoda para sufrir. Así estuve por espacio de una hora. De vez en cuando me provocaba diciéndome lo puta que parecía con esas tetas, o que mi culo iba a ser tomado por el equipo local de rugby del pueblo… Me obligó a tener la boca abierta y me sacó algunas fotos en esa postura. A las 5, salió y me dijo que en seguida iba a comenzar mi adiestramiento como prostituta. Me aterraba pensar lo que me esperaba aquella la tarde…

- "Esta tarde serás adiestrada en distintas técnicas para convertirte en una puta…"

Cuando fueron las 5 y media, entró mi casero y me desató de la argolla de la pared. Me condujo como una perra, a 4 patas, entre patadas y tirones del collar metálico que llevaba hacia una sala que estaba en la parte baja de la casa. “ESTA SERA TU SALA DE APRENDIZAJE, ZORRA. AQUÍ VAS A RECIBIR TU ADIESTRAMIENTO PARA SER UNA BUENA PUTITA. CUANDO LLEGUE LA NOCHE TU CULO DESEARÁ NO HABER PASADO POR ESTA SALA…¡JA JA JA!

Yo me sentí aterrorizado al oír eso. Me condujo al centro de la estancia, que por lo poco que pude ver, tenía varias estanterías con artilugios, cadenas, argollas… un potro y varios látigos colgados de la pared. Observé un monitor de televisión en lo alto , así como varias cámaras web distribuidas estratégicamente en cada rincón. Me mantuve en la postura de sumisión recién aprendida: arrodillado, con la cabeza baja y las manos en la espalda. Mis nuevas tetas me pesaban…me sentía raro o debo decir ya ¿rara?, pues a estas alturas, mi cuerpo ya me traicionaba y me hacía pensar en femenino. Mi pene seguía oculto bajo mi pubis, y solo sobresalían los pliegues de mi nueva vagina, y el glande o clítoris. Mi amo me dejó con unos tacones de aguja negros, un liguero fino negro en mis caderas que se unía a unas medias de rejilla y un sujetador sin relleno transparente y que no ayudaba mucho a sujetar el peso de mis tetas, ni tampoco impedía que éstas se bamboleasen cuando yo me moviera, pero que según él dijo, resultaba sexy de ver. Esa era toda mi vestimenta, pues me obligó a quitarme el tanga, ya que dijo entre sonrisas que no lo iba a necesitar en toda la tarde.

- “ESCUCHA PUTA, YO VOY A ESTAR EN LA HABITACIÓN DE AL LADO CONTROLANDO TUS MOVIMIENTOS, Y TU VAS A OBEDECER TODAS LAS ORDENES QUE ESCUCHES POR MEGAFONIA. RECUERDA QUE TE OBSERVO Y TE GRABO, ASÍ QUE PROCURA PONERLE GANAS, ¿ENTENDIDO?

Yo asentí con la cabeza, y dije un débil “sí amo”.

Noté que la puerta se cerraba y a los pocos instantes oí una voz que decía:

- ”A ver putita, vamos a comenzar el adiestramiento de tu culito. Durante esta tarde vas a llevar 4 dildos diferentes, que te irán dilatando y preparando tu agujero para posteriores experiencias. En primer lugar dirígete a la estantería y busca unas cajas. Abre la caja nº1, y lee la nota.

Me acerqué a la pared y en una de las estanterías, vi varias cajas. Tomé y abrí una caja alargada con ese número. En su interior había un consolador cilíndrico, dorado, que al instante imaginé para qué sería. Para mi tranquilidad, supuse que no me costaría demasiado metérmelo. En la nota decía lo siguiente:

"Colócate frente a la cam del centro, y túmbate en la mesa boca arriba. Eleva las piernas y mira a la cam de la derecha poniendo cara de viciosa. Abre las piernas como si fueras una rana. Gime y a la misma vez introdúcete el dildo poco a poco, hasta el fondo. Acciona la vibración y mantenlo dentro de tu culo durante 15 minutos moviéndolo en círculos y gimiendo. Puedes utilizar tu saliva para que entre mejor. ¡Empieza YA!"

Yo me tumbé en la mesa y procedí según las órdenes. Me lubrique la entrada del ano y comencé a ejercer presión con la punta del dildo hacia mi agujero. "¡Ayyy…! " ¡plop! Para mi sorpresa, se deslizó con suavidad y en un momento lo tenía dentro. Miré a la cam y puse cara de placer, aunque me humillaba estar boca arriba, tan expuesta y con ese artilugio penetrándome. Comencé a sentir las vibraciones y el cosquilleo y gemí casi inconscientemente. Lo moví en círculos suaves y sin darme cuenta mi ano iba ensanchándose. Para mi horror me di cuenta de que…¡me estaba excitando! ¡No podía ser! Sin ser yo consciente me estaba estimulando la próstata, el punto G masculino y eso hacía que saliera un poco de líquido preseminal de mi glande, o mejor dicho a estas alturas, de mi clítoris. Me sentía como las prostitutas de lujo del playboy, que solo se meten consoladores dorados y simulan gemidos y orgasmos. Continué con el dildo metido hasta que pasaron los 15 minutos. En dicho momento, oí por megafonía la voz de mi amo:

- “Sácate el consolador ya, putita, que me parece que has disfrutado más de la cuenta. Pero no te hagas ilusiones, que eso se va a acabar. Abre la caja nº 2 y sigue sus instrucciones. ¡YA, PERRA!

Me saqué el dildo dorado y me puse de pie. Me dirigí a la estantería y observé dicha caja. Cogí un papel que había encima de ella y leí:

”Este consolador tiene una ventosa que tienes que fijar sobre el taburete. Una vez que lo sujetes dispones de 2 minutos para lubricarlo con tu boca, lo cual harás arrodillada frente a él y frente a la cámara central, y después te pondrás en cuclillas sobre él y te dejarás caer hasta estar totalmente sentada sobre el taburete. Te quedarás quieta durante 5 minutos y después oirás una orden por megafonía, que te dará más instrucciones”.

Abrí la caja y vi un consolador que me asustó. Parecía la polla de un negro, con venas y un glande monstruoso. Acababa en una ventosa, aunque antes tenía dos huevos de látex casi perfectos. “Esto no me entra ni de broma", pensé. Lo tomé entre mis manos y al tocarlo sentí un tacto casi similar a la piel, ¡estaba incluso caliente! Lo coloqué en el taburete y me arrodillé ante él, como si estuviera adorándolo. Lo miré asustada, sin saber por dónde empezar. Temía su grosor, que sin duda me iba a causar dolor. Temía ese glande inicial, y hasta tenía miedo de los resaltes que simulaban las venas de un falo real. Oí una voz “A QUE ESPERAS ZORRA ¿O QUIERES QUE TE LO META YO SIN LUBRICAR?”, y casi movida por un resorte abrí la boca y lo engullí como pude procurando ensalivarlo al máximo. Lo chupé como si me fuera la vida en ello, con cara de asco pero también con ansia, pues temía que entrara el amo y me lo metiera en seco. Así, ensalivándolo bien, pensaba que luego sería más fácil “sufrirlo” en mi interior.

Pasados los 2 minutos más o menos, me puse de pie y me preparé para lo peor. Comencé a sentarme sobre el consolador, abriendo un poco mi ano con mis manos…"Ayyy…" la cabeza no acababa de entrar. Volví a intentarlo y tampoco… Me dolía mucho y me sentía humillada. Este consolador era como meterse una polla de verdad, y eso me hacía sentirme mal. Como no conseguía que entrara me quedé con la cabeza del consolador en la entrada del ano, y no hice mucha más fuerza, para que no sintiera más dolor. Pensaba aplicar presión gradualmente, poco a poco hasta que me fuera acostumbrando a él. Así estaba cuando de repente, se abrió la puerta y sin mediar palabra, entró mi amo y me cogió por los hombros y dejó caer su peso sobre mí “¡PUTA HASTA EL FONDOOOO!” Y de un empujón noté que mis intestinos se llenaban de la polla de goma que yo por mí misma había sido incapaz de meterme. Qué dolor sentía. El amo se marchó y yo me quedé sentada, petrificada, sintiéndome violada y empalada brutalmente por ese taburete con “sorpresa”. Sentía mi culo ardiendo y se me saltaron unas lágrimas. De pronto oí que mi amo me ordenaba moverme de arriba abajo, sin salirme del todo. Yo comencé a deslizarme sacándome algo ese miembro infame, apoyando mi peso sobre mis tacones, pero la postura de salirme de él me agotaba los tobillos y si quería encontrar descanso, debía dejarme empalar y entrar en él de nuevo, y entonces apoyaba mi trasero y me dejaba caer en el taburete. Mi descanso de tobillos se hacía a costa de empalarme ese dildo enorme hasta el fondo. La tele se encendió entonces y salieron imágenes de una pareja follando, ella encima, gimiendo y cabalgando a un negro.

- “PUTA QUIERO QUE IMITES A ESA ZORRA, EN CUANTO A RITMO Y GEMIDOS”. Yo comencé tímidamente a moverme, a gemir, ayyy que dolor, y a imitar la cabalgada. Despacio al principio, pero fui acelerando conforme me fui acostumbrando a sentir ese miembro dentro de mí. Mi culo ardía, no sé cuanto duró, pero deseaba que el negro de la tele que estaba debajo se corriera, me metí en el papel de esa puta y comencé a gemir como ella. Gemía, me empalaba con energía imaginando que así acabaría antes. Mi culo se había dilatado ya y adaptado al grosor y longitud de ese pollón, y lo cabalgué como una auténtica zorra, sudaba ya del esfuerzo, mis tacones me dolían y mis tetas se movían en cada sube-baja, como la puta de la tele. Me agarraba las tetas con las manos para imitar mejor a la de la tele. Notaba el peso y el bamboleo en cada movimiento que hacía, e incluso mi glande se había estimulado algo del roce interno de mi ano con el consolador. Creo que estaría así unos 20 minutos, aunque a mí se he hicieron una eternidad. Cuando oí la voz de que parara, estaba agotada, exhausta, y me detuve, sentándome del todo en el taburete, sin importarme que así tenía toda la polla de goma metida en mi culo.

Entonces entró mi amo y se dirigió a la caja nº 3. Yo seguía sentada empalada en el taburete, sin fuerzas para levantarme, y simplemente agaché la cabeza en actitud sumisa. Me sentía violada y sin fuerzas para resistirme más.

Sacó de la caja nº3 otro consolador. Me ordenó mirarlo. Yo tímidamente levanté la cabeza y lo que vi me estremeció. Este consolador también daba miedo, no porque pareciera una polla sino por la forma tan extraña que tenía. Disponía de una cabeza semiesférica, de grosor tan grande como la parte más ancha del anterior consolador. Eso era el diámetro mínimo de esta vez. La forma era cilíndrica, pero tenía varios ensanchamientos, como anillos, que hacían aumentar su grosor para luego dejarlo como antes. Uno de los 4 anillos que disponía tenía resaltes en forma de pinchos, sin punta, de goma, pero que seguramente serían odiosos sentir. Me quedé inmóvil, paralizada observando ese aparato de tortura, y mientras, él me dijo:

- “Mira zorra, este juguetito tiene varios números. El 1 corresponde a la cabeza semiesférica, el 2 al anillo que viene después, el 3 al anillo de púas, el 4 al siguiente y el 5 al cono que hace de base. Esto es muy sencillo. Te vas a meter este aparatito en tu culo de zorra, y me vas a ir cantando los números que sientas. Después yo te iré marcando el ritmo. Si te digo 2-4 significa que te tienes que mover entre el anillo 2 y el 4, ni más ni menos. Si no obedeces bien, te prometo que vendré yo y será peor… ¿entendido?

Sin dejarme decir palabra, lo puso con la ventosa al suelo y le untó una pasta de vaselina. Me indicó que me colocara arrodillada, con el dildo a la altura de mis tobillos. Me indicó además que tendría que estar con las manos sobre mis tetas en todo momento. Cuando él me ordenara, comenzaría a metérmelo, como si me estuviera follando a un tío, cabalgándolo, arrodillada. Salió y se fue a controlarme desde la otra sala.

- “COMIENZA YA, PUTA, CÁNTAME DEL UNO AL CINCO”.

Yo temía oír esas palabras. Comencé a dejarme caer, acercando mi culo a mis tobillos hasta sentir el contacto inicial de ese falo con mi ano. Sentí que estaba frío y que la cabeza era muy, muy gruesa. Pero a estas alturas mi ano estaba tan dilatado que aceptaba casi cualquier cosa y como estaba además muy lubricado, en cuanto hice un poco de presión sentí un “plop” y noté que la cabeza ya estaba dentro. “Uno, mi amo” continué con la presión y noté que el primer anillo me abría un poco más “dos mi amo”, ayyy, seguí y empecé a sentir las púas sobre mi culo hipersensible, ayy, el roce de las púas me resultaba muy doloroso “tres mi amo”, A este nivel ya me sentía llena. Me costaba avanzar. Dejé caer un poco más mi peso sobre mis tobillos, y conseguí que las púas pasaran más adentro, con lo que me alivió algo, pero justo entonces el 4 anillo comenzó a dilatarme la entrada… ayyy. “¡4 mi amo!" Y entonces pensé que había llegado hasta el fondo. Como supuse que si no obedecía vendría mi amo como antes y me empalaría por las malas, empujé un poco más, hasta el límite, y sentí la base del dildo, que era cónica, en la entrada de mi ano. Era la quinta anilla, el dolor máximo, el límite. Ayyy, "5 mi amo”.

- “QUEDATE ASÍ ZORRA, NO TE MUEVAS

Me mantuve inmóvil, sintiéndome llena, mis manos sobre mis tetas, arrodillada e inclinada hacia atrás para cumplir el empalamiento total. Comencé a llorar. De dolor. De impotencia. De humillación. No parecía que a mi amo le importase lo más mínimo, pues me tuvo así por lo menos otros 5 minutos. Entonces su voz dijo: “Del 2 al 4, a ritmo suave… ¡ya!

Comencé a situar mi ano entre esos dos anillos, y comencé a moverme a ritmo lento. Esa orden me restregaba el anillo de púas por todo mi ano, y al hacerlo lentamente me lo dejaba hipersensible. Obedecí como una marioneta. Al rato oí “DEL 1 AL 3 PUTA, A RITMO DE FOLLADA”. Eso supuso que me salí del dildo y me lo tenía que introducir y sacar en cada embestida. “plop…ayyyy…plop..ahhhh”. Noté que todas las cámaras web estaban conectadas. Mi dolor y humillación sería compartido por otros pervertidos como mi amo.

Al cabo de un rato mis piernas no podían ya más, y pensé que iba a desmayarme. Mi amo debió darse cuenta pues me ordenó que saliera del dildo y que adoptara posición a 4 patas sobre un potro, con la cabeza baja para que recuperara el oxígeno mi cabeza. Así me quedé, con las piernas abiertas, estiradas sobre un potro, mis manos adelante y la cabeza agachada. Mis tetas sobresalían por delante del potro y colgaban libremente. Por detrás se veía mi culo depiladísimo, mi medias y liguero negro, mis tacones que me dolían horrores y en el centro, mi culo abierto, incapaz de cerrarse por sí mismo ya, rojo, y que había perdido su capacidad de recuperar su forma. Se podía mirar hacia mi interior y ver mis entrañas. El dolor era inmenso. Así descansé por así decirlo…

Al ratito entró el amo y me dijo “bueno putita, pues ya casi hemos acabado hoy…sólo falta un detalle. Recuerda que te dije que llevarías 4 dildos y…¿falta uno no?, bueno, pues mira, vas a chuparme mi rabo ahora, así como estás ahora y si lo haces bien, te lo daré y te dejaré que te vayas a la cama con él, para que te haga compañía esta noche… y si no lo haces bien…pues también te lo daré pero te quedarás aquí toda la noche con él metido, ¿lo has comprendido, putita?

Yo iba a asentir con la cabeza, pero al momento me agarró por los pelos y me metió su miembro en mi boca. Comenzó a follarme ésta con violencia, apenas si podía respirar, y casi no me dejaba que yo hiciera nada. Al rato la sacó y puso una webcam entre su polla y mi boca y me dijo que había varias personas interesadas en ver cómo una zorrita como yo mamaba una gran polla en primer plano, así que yo comencé a tragar como mejor sabía, poniendo cara de gusto, gimiendo, ensalivando y recorriendo de arriba abajo esa verga. Miraba a la cámara como si estuviera disfrutando, como si esa polla fuera lo único que me importaba en la vida. Chup, chup, agggg… así estuve y al rato noté cómo se le tensaba el cuerpo y la polla se le ponía incluso más dura. Sentía que se iba a correr, por lo que apresuré el ritmo de mi mamada. No me dejó, pues sacó la polla de mi boca y me gritó “abre bien la boca y saca la lengua puta” Apenas dijo esto noté una descarga de leche entre mis ojos, tapándome uno…otra siguió y se quedó en mi paladar…otra en mi lengua, y otra más por mis mejillas,,,”ahhhh que gustoooo putaaaaa”.

Metió de nuevo su polla en mi boca y me obligó a lamerle para limpiarle. Después siguió así, hasta que se le fue bajando la erección, y fue cuando sacó su miembro. “trágate la leche y dame las gracias.

Glup. "Gracias mi amo por darme su leche”. ¡Cómo podía yo estar hablando así! Me sentía muerta de vergüenza y agotada, y sólo deseaba descansar y parar.

- “Bueno putita, como lo has hecho medianamente bien, te voy a dejar que descanses en tu celda. Pero antes te llevarás este regalito puesto. Abre bien tu culito, separa las piernas y relájate.

Apenas vi un instante lo que llevaba entre las manos. Era algo así como un plug en forma de cono. Se puso detrás de mí y me lo comenzó a insertar. De nuevo me saltaron las lágrimas. Creía que no iba a entrarme, pero al momento oí un “plop” y sentí que estaba dentro de mí. Mi propio esfínter hacía presión sobre su base para que se mantuviera dentro. Noté como me llenaba e invadía. Le conectó la vibración y eso multiplicó las sensaciones de dolor y sensibilidad que tenía. Me vibraban hasta las tetas de la intensidad con la que lo puso. Me dijo que las pilas durarían unas dos horas…


A continuación me puso un tanga de cuero, ajustado, a modo de cinturón de castidad, que impediría que el plug se saliese incluso si yo hacía fuerza hacia el exterior. Me puse de pie y me sentí totalmente llena de el plug, sucia y agotada, olía a lefa y mi mandíbula estaba resentida de la mamada anterior. Me dio una palmada en mi culo y me dijo “venga putita, a tu cuarto”.

Caminé tambaleando, tropezándome con los tacones, y sintiendo en cada paso el plug que se me clavaba más adentro. Por fin llegué a mi celda, que estaba abierta. Cerré la puerta detrás de mí y me dejé caer sobre el colchón que me servía de cama. La vibración del plug no me dejaría dormir hasta que se agotaran las pilas. Me dolía el culo, pero también mis piernas, tobillos, mis muslos…mañana no podría moverme de las agujetas. Pero lo peor era el miedo que sentía y la humillación e impotencia. No sabía si podría resistir otro día así…

Autor: Sumisión_Total

--- PUBLICADO EL 26 de Septiembre de 2004 EN Relatos Eróticos Marqueze


Espero que os haya gustado al menos tanto como a mi.

El Criada Sumisa.







3 comentarios:

Anónimo dijo...

joder que suerte tienen algunas de encontrar un amo ,que les adiestre, como debe ser.me muero de envidia

Anónimo dijo...

Me has dejado súper caliente, tanto que debí recurrir a mi dildo cacero el cual introduje hasta el fondo mientras me masturbaba, me encantaría que continúes tu relato...

andres dijo...

Fue un buen relato debería a ver una continuación

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